lunes, 12 de marzo de 2012

Hay que buscar una arquitectura que recicle espacios, más verde y acorde con la naturaleza


Hay que buscar una arquitectura que recicle espacios, más verde y acorde con la naturaleza
Juan Carlos Talavera

La arquitectura en México necesita apostar por el reciclaje y la recuperación del suelo urbano inútil. Pero también debería modificarse la tendencia a construir condominios y multifamiliares que segregan a los habitantes de las ciudades, señala a Crónica el arquitecto Felipe Leal, miembro del Seminario de Cultura Mexicana y quien tendrá a su cargo los trabajos de recuperación de la Alameda Central de la ciudad de México, considerada el primer jardín público de América.

La arquitectura, explica, tendría que insistir en el reciclaje y la reutilización de suelo urbano, tal como ahora se hace con el papel y el envase de plástico, porque existe una importante cantidad de terrenos vagos o inútiles en la ciudad que podrían explotar su potencial.

Un ejemplo visible es el Centro Histórico de la ciudad de México, que en los últimos años ha sido recuperado en un alto porcentaje; o como sucede con algunas zonas industriales que se han transformado en zonas de vivienda e infraestructura.

“La arquitectura tiene que profundizar en la manera como incide sobre las relaciones comunitarias desde el punto de vista cultural, para que dejen de construirse espacios aislados”, destaca.

Sobre el incremento en la construcción de condominios y multifamiliares, el arquitecto egresado de la UNAM y miembro de la Academia Nacional de Arquitectura apunta que uno de los males que persisten en la arquitectura contemporánea es la marginación social, como se ve reflejado en la creación de multifamiliares para la clase baja y condominios para la de mayor poder adquisitivo.

Al respecto, declara que se debe ser muy crítico, no porque se esté afectando a un determinado grupo o sector social –dado que en la práctica son dos los extremos perjudicados–, por un lado se está marginando a un sector y otro con gran poder adquisitivo se ha automarginado, detalla.

BARRERAS. En opinión de Felipe Leal, académico de la UNAM, la arquitectura contemporánea experimenta el desvanecimiento de las fronteras entre arquitectura urbana y rural. “Ya no se habla de la ciudad y del campo porque evidentemente somos una población urbana”.

Así que la ciudad demanda cada vez más espacios verdes, mayor presencia de lo natural en patios, azoteas y balcones. Se trata de una evocación, nostalgia y necesidad por estar en contacto con la naturaleza.

—¿Puede la arquitectura urbana tratar de conquistar la arquitectura rural?

—Muchos pueblos indígenas viven mucho mejor que los proletarios marginados de las grandes ciudades. Es decir, en muchas comunidades indígenas viven mejor porque están apegados a sus tradiciones y conocen el sitio como nadie, así que se aplica una gran sabiduría en la calidad de sus construcciones.

En cambio, los marginados que habitan el suelo urbano –por lo general personas que migran a las zonas perimetrales o suburbios de la ciudad–, dice, habitan conjuntos supuestamente diseñados para ellos,  “pero desde mi punto de vista tienen muchos errores de diseño, no aportan nada y sólo generan más conflictos a la sociedad”, enfatiza.

–¿Dónde se puede reconocer la identidad mexicana en la arquitectura contemporánea?

–La identidad no se da necesariamente en la forma. Erróneamente se creía que la identidad se daba al construir edificios piramidales o con una dimensión que recordara al México antiguo prehispánico. No. La identidad se reconoce en la relación con la naturaleza.

Por ejemplo, está en los patios y los detalles ornamentales situados en las azoteas, apunta, dado que la identidad no está en la forma, sino en cómo se usa los espacios comunes… y en eso hay un elemento de identidad muy fuerte que es difícil de explicar, pero fácil de identificar.

Por desgracia, lamenta Felipe Leal, las personas cotidianamente no aprecian el valor de la arquitectura. Un ejemplo es la calle de Madero, donde 80% de las personas no reconoce la riqueza arquitectónica y patrimonial que ahí se encuentra. Madero es una calle llena de arquitectura que va de la Torre Latinoamericana a la plancha del Zócalo, recorriendo la Casa de los Azulejos, La Profesa, el Palacio de Iturbide, el Monte de Piedad y el Hotel Majestic.

“Simplemente deambulan por una plaza o una calle y en su mayoría se camina con una gran inconciencia o insensibilidad. Existe un fenómeno de aculturización en torno a la arquitectura”, precisa.

domingo, 4 de marzo de 2012

Casa de arquitectos

Cuando el mandante y el arquitecto son  la misma persona, el desafío se hace más interesante. Una familia compuesta por tres arquitectos y un ingeniero dio vida a esta casa que se ha transformado en la mejor excusa para huir de Santiago. Una invitación a desconectarse de todo, porque aquí lo realmente importante es ver de qué color amaneció el mar, respirar aire fresco y escuchar a lo lejos el ruido de los queltehues. 
  • por: FRANCISCA CRISTI BROWN /PRODUCCIÓN: PAULA LYON /FOTOS: FOCH
    Empinada sobre el cerro El Morro, en Zapallar, esta casa fue diseñada para mirar hacia afuera y perderse en el exterior de esta vista panorámica que empieza en el cerro La Cruz, con el mar de fondo, y termina con la última casa que se pierde a lo lejos.

    Blanca, limpia, sin mayores distracciones, la decoración está a disposición del descanso y comodidad de una casa que sus dueños disfrutan tanto en invierno como en verano. "Somos bastante funcionales, todo blanco, nada de colores estridentes, además no nos gusta acumular cosas, porque así no te apegas a nada que se vaya a romper", aclara Raquel Léniz.
    Sin demasiados ornamentos, una decoración limpia y tonos neutros fue lo escogido por los dueños de casa, que funciona bien con las terminaciones en hormigón a la vista, clásico de la arquitectura contemporánea. En el techo de hormigón el moldaje se hizo con tablas de madera, dejando una veta texturada.

    La historia empezó en 2007, cuando compraron el terreno luego de ser invitados a un cumpleaños en Zapallar, y se percataron de que todos sus amigos estaban allí, que el lugar era increíble y que tras años veraneando en Las Brisas de Santo Domingo, era hora de hacer un cambio.
    "Si encontramos un lugar realmente lindo nos cambiamos, si no, para qué", pensaba Raquel, pero la respuesta positiva fue unísona cuando se vieron parados sobre este terreno en el cerro El Morro, contemplando esta vista insuperable; fue ahí cuando Pedro y Raquel, ambos arquitectos, pensaron, ¡con esto lo tenemos todo! No necesitaban nada más que un techo y un piso, y tenía que estar ubicada aquí justamente, mirando el norte.
    Una vista insuperable al cerro La Cruz, al mar y toda la bahía de Zapallar es posible apreciar desde todos los espacios de la casa que fue emplazada mirando al norte. La terraza es un espacio de relajo ideal para el verano, en donde utilizaron cristal como baranda para no cortar la imponente visual.
    Y así fue, con 300 m² y dos niveles, los espacios fueron distribuidos de manera que cada miembro de la familia pueda disfrutarla a concho, invitar amigos, cocinar, descansar, leer, en fin, pasarlo bien, pero sin entorpecer al otro. Los hijos quedaron en el primer piso, junto con la sala de estar, donde también se hacen las juntas, mientras que ellos en cambio, más retirados del ruido, se quedaron en el segundo piso, juntos pero no revueltos, porque era importante que tampoco se sintiera como en una tremenda casona donde nadie se encuentra. El ambiente familiar era un ítem importante y los espacios fueron creados para que esto se diera en forma natural. Su diseño arquitectónico es de estilo ultracontemporáneo, con líneas rectas, cortes simples, amplios ventanales. Un trabajo que realizaron en conjunto los tres arquitectos de esta familia, madre, padre e hijo, colaborando de forma coordinada para dar vida al proyecto más difícil que se le puede encargar a un arquitecto: hacer su propio hogar. Pero lo lograron. Además, y como la cosa debía ser democrática, acogieron  también las sugerencias del único ingeniero de la familia, que entre otras cosas propuso hacer una terraza en el techo, que es una maravilla para los años nuevos

    El jardín sin pasto está hecho a base de especies autóctonas, de fácil cuidado y que entregan una gama de tonalidades azules y lilas, con especies de la costa central.

domingo, 26 de febrero de 2012

Arquitectura malagueña para la gran Universidad de África

Tombuctú, encrucijada malinesa entre el gran desierto y el río Níger, constituyó una obsesión para los exploradores europeos, cautivados por los relatos históricos que hablaban de pepitas de oro del tamaño de puños. Siguiendo desde allí el curso del río Níger hasta su delta en el Golfo de Guinea se acaba llegando a la capital petrolera y económica de Nigeria, la nada legendaria Port Harcourt, pero donde el arquitecto Ángel Asenjo ha encontrado su El Dorado africano particular. Y con él las casi 120 personas de su estudio y de las dos ingenierías malagueña (Lynka) y madrileña (Esteyco) que trabajan en el proyecto para diseñar y construir el nuevo campus de la que pretende ser mejor y mayor universidad africana, cuyo concurso internacional ganó el malagueño. Las cifras de la iniciativa son de vértigo: en una década se levantará una ciudad universitaria para 50.000 estudiantes, de los que la inmensa mayoría residirá en su recinto cerrado, con 90 edificios entre facultades, bibliotecas, viviendas para alumnos y profesores, un centro comercial, una iglesia, colegios para los niños. Un sueño y un tremendo desafío para cualquier arquitecto y un gigantesco oasis en el interminable desierto de la crisis inmobiliaria para uno de los principales estudios de arquitectura y urbanismo de Andalucía. Sus 45 profesionales se afanan estos días en terminar los planos de los 54 inmuebles de la primera fase, 800.000 metros cuadrados de techo edificable cuyas obras ya han salido a concurso y empezarán a adjudicarse en primavera por varios cientos de millones de euros. 

A Ángel Asenjo y a la coautora del plan, su hija Cristina, una ingeniera industrial que hace un par de años terminó de estudiar Arquitectura en Londres, les costó cierto tiempo creer su suerte, y puede que por eso mantuvieran en relativo secreto su colosal trabajo hasta ayer, cuando el arquitecto expuso las líneas maestras de su proyecto en una conferencia de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo. Dos años y casi una veintena de viajes allí después, se ríen cuando se les señala que les ha tocado de verdad la "lotería nigeriana". 

Todo empezó por casualidad. O no. Asenjo, de 66 años, ha conseguido conjugar en su carrera tanto prestigio y respeto de sus compañeros por su valiente visión de la arquitectura como una amplia cartera de obras. No en vano es el autor del Palacio de Ferias de Málaga, de muchas promociones de viviendas en la provincia, con algunos edificios muy notables, como el primero que hizo en Málaga y sede de su estudio, el Horizonte, y de varios centros comerciales. Como urbanista, planificó la ampliación del campus de Teatinos de la Universidad malagueña. Pero como todo el gremio, en 2009 pasaba por uno de sus peores momentos profesionales, víctima del estallido de la burbuja inmobiliaria. En diciembre de ese año, un contratista de Torre del Mar con el que habitualmente trabajaba le puso en contacto con un empresario nigeriano amigo suyo, que estaba en la provincia por asuntos vinícolas pero con negocios en otros ámbitos. El africano le contó la existencia de un concurso internacional para crear una nueva universidad de Ciencia y Tecnología en Port Harcour, una ciudad de casi dos millones de habitantes que planea un enorme crecimiento de su área metropolitana, y el malagueño pensó que no tenía nada que perder. Así que se presentaron en equipo con el contratista veleño, el gigante de la construcción andaluz Sando y la empresa del nigeriano. "Sin él y su conocimiento del terreno no lo habríamos logrado", cuenta. 

Entonces comenzó un largo proceso lleno de viajes a Nigeria, reuniones con el gobernador del estado de Rivers, promotor del proyecto, y visitas a Málaga de las autoridades responsables de la nueva universidad, que quedaron prendadas con el Palacio de Congresos de Asenjo. Poco a poco el estudio andaluz fue superando obstáculos y pruebas. En abril de 2010 les encargaron rehacer el masterplan del campus que previamente había redactado un equipo alemán. En septiembre de 2010 lograron el contrato del anteproyecto y en abril de 2011 el encargo formal, imponiéndose a estudios franceses, alemanes, británicos e italianos. También llevarán la dirección de las obras. 

"Ha habido momentos de duda, en los que metida en habitaciones de hoteles cutres, de donde apenas nos dejaban salir a la calle, salvo para reuniones o para visitas a la zona del campus por cuestiones de seguridad, me decía a mí misma que todo era mentira y que esto no estaba pasando. Pero toda la ilusión y el esfuerzo que hemos puesto en el proyecto ha merecido sobradamente la pena. La suerte también hay que pelearla", subraya Cristina, admirada de la energía empeñada por su padre en la aventura nigeriana y del respeto rayano en la veneración que le profesan los nigerianos, poco acostumbrados a ver a gente de su edad con ese dinamismo -la esperanza de vida allí es de 52 años-. 

Y es cierto que a Asenjo le brillan los ojos con la pasión de un adolescente que agarrara su sueño cuando habla del macroproyecto: "Creo que nos han escogido porque buscaban una universidad moderna, occidental, europea. Les hemos planteado un arquitectura muy actual y tecnológica, en la que el color juega un papel protagonista, y con un gran componente ético y social. Se trata de desarrollar el conocimiento y la cultura de toda una población, de culminar los planes estratégicos del Gobierno de Rivers para mejorar la vida de sus habitantes. Es una enorme responsabilidad que abordamos con entusiasmo". 

Las dificultades arquitectónicas no son pocas. Los terrenos son arcillosos e inconsistentes y la humedad media del 80%, lo que obligará a elevar los edificios a un metro del suelo y a cimentar mediante pilotes. La temporada de lluvias intensas dura seis meses y apenas existe una mano de obra cualificada, por lo que los procesos constructivos apuestan por la sencillez y la rapidez, con un sistema de estructura postensada y el uso de elementos modulares prefabricados de hormigón y aluminio que a la vez acelerará la ejecución de las obras y homogeneiza la imagen del campus según las tipologías. Están los edificios educativos de las facultades, la zona residencial y las construcciones singulares, como son el rectorado y la biblioteca centrales, diseñados en titanio, y la iglesia, el anfiteatro y el complejo comercial. 

Nigeria, sacudida por la violencia, los conflictos religiosos y étnicos y la corrupción en su pasado reciente, pasa quizás por su momento de mayor prosperidad, aunque sigue teniendo aún una altísima tasa de pobreza. El país más poblado de África, con más de 170 millones de habitantes, se encuentra entre los principales productores de petróleo del mundo, y con un crecimiento económico anual sostenido que ronda el 7%, aspira a convertirse pronto en el nuevo miembro del BRIC, las economías emergentes que cuestionan el liderazgo tradicional del G-8. El nuevo campus de la RSUST (Rivers State University of Science and Technology) será un paso de gigante en ese camino.

domingo, 19 de febrero de 2012

La arquitectura como venganza

E l Kavanagh no sólo es un edificio del movimiento moderno; el Kavanagh es una venganza. Me atrae voluptuosamente la idea de pensar en la arquitectura como venganza. La arquitectura patria está cimentada de rivalidades, agravios y desafíos, y estas exaltaciones encontradas tal vez expliquen nuestro urbanismo descabellado y excéntrico.
La leyenda del encono entre Corina Kavanagh, la constructora del edificio de Florida y San Martín, y Mercedes Castellanos de Anchorena, su vecina, no por novelesca es la menos atractiva de las que se cuentan sobre los orígenes del edifico-barco. Se dice que antes de la década del treinta una hija de Corina Kavanagh tuvo un romance con uno de los hijos de la familia Anchorena, Aarón, Emilio o Enrique, se ignora cuál, pero que Mercedes Castellanos desaprobó el linaje plebeyo de la novia. El apellido Kavanagh, que proviene de Irlanda, Gales y Escocia, lleva una armadura con penachos de plumas en su escudo heráldico, y ese detalle fue pasado por alto por la dama patricia, como se verá.
Doña Mercedes había mandado edificar en 1916 la Basílica del Santísimo Sacramento, la más lujosa de Buenos Aires, a la que destinó como sepulcro de la familia. La vista desde su palacio a la iglesia era magnífica. El Palacio Anchorena se alzaba en Arenales 761, frente a la Plaza San Martín y a sólo ciento cincuenta metros de la basílica. La mansión Anchorena, que ahora es el Palacio San Martín, estaba formada por un conjunto de tres residencias que se unían alrededor de un patio de honor de planta ovalada, donde vivía toda la familia con sus ciento cincuenta sirvientes. “Si ella vivía en un Palacio, su Dios debía tener el propio”, murmuraban los arquitectos franceses que se inspiraron en la Catedral de Angulema para la ornamentación de la Basílica: oro y plata en el altar, mármoles rojos de Verona, ónix granate de Marruecos, mayólicas venecianas y un órgano Mutin-Cavalle-Coll de cinco mil tubos.
La intención de doña Mercedes, continúa la historia, era comprar un lote vacío perteneciente al hotel Plaza, lo que le permitiría alzar una nueva mansión anexada a la parroquia. Pero no pudo hacerlo. Mientras ella se iba de viaje, Corina Kavanagh compró el solar y ordenó al célebre estudio de los arquitectos Sánchez, Lagos y De la Torre la construcción de un edificio de hormigón armado de ciento veinte metros de altura, el más alto de Latinoamérica, que ocultara la visión de la iglesia desde los ventanales del Palacio Anchorena. Para solventar los gastos, la señora Kavanagh tuvo que vender tres estancias que poseía en Venado Tuerto. Pero logró edificarlo en tiempo récord: entre 1934 y 1936, en sólo catorce meses. Los ciento cinco departamentos, todos diferentes entre sí y de novísimo estilo racionalista (la Villa Weissenhof-Siedlung de Le Corbusier fue construida en Stuttgart recién en 1927) representaron una revolución: tenían aire acondicionado central, pileta, talleres de lavado y planchado, cámara frigorífica para pieles y alfombras, sistema telefónico central y depósitos de seguridad. Aún hoy se envanece de carecer de portero eléctrico: el visitante debe anunciarse en portería. La familia Kavanagh reservó para su uso el piso catorce, de setecientos metros cuadrados y vista en 360 grados sobre toda la ciudad y el Río de la Plata hasta Uruguay. En 2008 el piso fue vendido en seis millones de dólares a un noble británico, lord Alain Levenfiche, que recientemente lo puso en venta a tres millones seiscientos mil, como lo anuncia él mismo, en inglés y con música de milonga de fondo, en un video de Youtube.
La leyenda es desacreditada por la cronología, porque Mercedes Castellanos de Anchorena murió en 1920, catorce antes de la iniciación de la obra, y fue enterrada en la basílica. Otras habladurías insisten en que el propósito de la señora Kavanagh era ocultar el sepulcro de su adversaria. Lo cierto es que en 1936, cuando las terrazas-jardín del Kavanagh ya escondían la vista de la basílica, la familia Anchorena remató su palacio en subasta pública. Fue adquirido por el Estado, que lo convirtió en sede de la Cancillería.
Hay sin embargo un punto de la ciudad desde el que se puede ver, hoy, la grandiosa fachada de la Basílica: un breve pasaje semiprivado al que se accede por la calle San Martín y que une el edificio racionalista con el hotel Plaza. Este pequeño pasaje se llama Corina Kavanagh.

domingo, 12 de febrero de 2012

Arquitecto Ma Yansong habla sobre el arte chino en España


El chino Ma Yansong, unos de los arquitectos más influyentes del momento, acaba de visitar España, donde impartió sendas conferencias en Barcelona y Madrid, dando a conocer su importante arte.
Su presencia la semana pasada en España se debió a una invitación de la Universidad Ramón Llull (Barcelona) y la Universidad Europa de la capital de España, y cuya actividad fue recogida por la prensa nacional, que destacó su talento.
Los arquitectos españoles tienen una gran reputación por su calidad, y esto no tiene nada que ver con la conocida "burbuja inmobiliaria", dijo este arquitecto de 38 años nacido en Beijing.
Fundador del estudio MAD Architects, una de las fundaciones más innovadoras de China, según la revista "Fast Company", su arquitectura futurista adquirió notoriedad en 2006, tras ganar el concurso de diseño de las Absolute Towers de Toronto (Canadá), convirtiéndose así en el primer estudio chino en trabajar fuera de China.
Todo ello supuso el lanzamiento de mi carrera, dijo. "Era el primer concurso abierto fuera de China al que concurríamos".
En su estudio trabajan 50 arquitectos de 20 nacionalidades, pero, como dice, no pretende crecer más; es suficiente para afrontar proyectos de enorme calado infraestructural que tiene China, además del desarrollo de otros proyectos en Milán y Amsterdam.
Al mismo tiempo, la revista "Icon" lo considera como uno de los 20 jóvenes arquitectos más influyentes del momento a nivel internacional, y en 2011 fue reconocido como miembro honorífico de la Royal Institute of British Architects (RIBA).
La arquitectura no es un producto, pero un edificio tiene que ser funcional, y arte y arquitectura son diferentes maneras de exteriorizar y comunicar a la gente, señaló Ma Yansong en su estadía en España, que recoge el domingo la prensa dominical en su edición de fin de semana.
El arquitecto alabó los Juegos Olímpicos de Beijing, y dijo que fueron buenos para la ciudad y positivos al crearse muchas infraestructuras, aunque matizó que "no es bueno para el ser humano competir", y se pregunta: ¿Por qué tenemos que competir por ser más fuertes o rápidos?
Uno de los proyectos que más notoriedad ha tenido fue "Beijing 2050", presentado en la Bienal de Venecia en 2006 con una revolucionaria propuesta para reformar la ciudad.
La propuesta incluía convertir la Plaza de Tiananmen en una zona arbolada, pensada para el disfrute y el ocio ciudadano, ya que, según el arquitecto, la Plaza era realmente así hace 600 años: un lugar verde.
Ma Yangsong termina diciendo que sueña aplicar la filosofía de los jardines chinos a la planificación de las ciudades modernas.
(Lai)